Convertirme en adulto me ha traído muchas cosas, y de todas ellas una ha sido de las más inesperadas. Algunas personas que seguramente no estaban al 100% en su sano juicio, decidieron otorgarme el título de "El Padrino". Si... la canija y caprichosa vida me regaló varios espléndidos ahijados: Alicia, David, Jorge, Juan Felipe, Kena, Rubén. (¿Se fijaron como elegantemente los puse en orden alfabético?). Tres de ellos no tienen aún credencial de elector... el resto ya van por la segunda o tercera renovación... ups... demasiada información. En fin, resulta que entre una cosa y otra, luego me pongo a pensar: ¿y a mi porque me eligieron? ¿Que hice yo para merecer tan nobilísimo titulo? Por supuesto que nunca he tenido duda sobre quién tomó la decisión: a veces fue a solicitud del propio cuasi ahijado, y a veces fue decisión de la futura comadre... porque seamos honestos: mis compadres son hombres buenos, pero desde que nacieron ya venían con mandil incluido. En fin, regresando al tema y sin importar quién me lo pidió... ¿por qué yo? (Pausa dramática, mano en la barbilla, ojitos mirando al cielo, fondo de violines), y la respuesta es: no lo sé. No me dijeron. Y si me dijeron, el buen amigo Alz Heimer lo guardó en un cajón con llave y no lo puedo abrir.
Tratando de pensar en opciones, hay un par de motivos que puedo descartar prácticamente de inmediato: no me eligieron por aspirar a una jugosa herencia. No. Y si alguno lo hizo por ese motivo, siento desilusionarlo. Tampoco pusieron sus ojos en mi por el fuertísimo vínculo que tengo con los altos círculos sociales, económicos y políticos del país. Si bien me ha tocado navegar ocasionalmente en alguno de estos círculos, la verdad es que me mareo muy rápidamente. Además, nunca he buscado la amistad de personas importantes. Al contrario: tengo amigos queridos que se han convertido en gente importante, pero desdenantes eran mis amigos. Así pues, regresamos al inicio... Y entonces, ¿por qué yo? Y aquí seguirá "El Padrino" preocupado y angustiado ante una más de las incógnitas que la vida le plantea.
Queridos ahijados: me tomo muy en serio eso de ser "El Padrino". Créanme que, aunque nos veamos esporádica o frecuentemente, siempre tengo presente que ustedes me ven y me oyen. En cada cosa que digo, en cada decisión que tomo, en la forma que me conduzco en mi matrimonio, en la manera que educo a mis hijos, en mi trabajo y en todo lo que escribo quiero reflejar mi honesta aspiración de llegar a ser su aspiración, o al menos una inspiración. Buen día, buena semana, buena vida. ¡Salud!
De verso en verso: Huésped
Estabas en el inicio,
rondando mi corazón
buscando cualquier resquicio,
un segundo de distracción.
Me tocaste o me miraste,
ya no sé que sucedió.
Solo sé que desde entonces
me llena tu luz y amor.
Y en la hora más difícil
me sonríes desde el balcón
me invitas a hablar contigo
y a olvidar la sinrazón.
Al final estas Tú siempre,
mi Señor, mi Dios.
Al final estas Tú siempre,
huésped del corazón
La nota musical:
Mi querido compadre Javi tuvo la ocurrencia de presentarme a Diómedes Díaz a muy altas horas de la noche y con algunos tintos de por medio. Así pues me fui haciendo de un gusto adquirido que en momentos llega a ser culposo. Para no meternos en complicaciones, Diómedes y yo hemos establecido un pacto de caballeros: yo ya no intento entender la melodía de sus canciones y el sigue ignorándome mientras canta.
Comadre, ¿cómo está, cómo le ha ido?
He llegado a su casa porque sé
que a pesar que el compadre se nos fue,
yo sé que aquí cerquita está conmigo
y principalmente con usted.
De recuerdo quedaron sus dos hijos,
y una mujer tan buena que es usted.
Recuerdo que el compadre un día me dijo:
"Yo quiero que usted me bautice un hijo...", y por eso se lo bauticé.
Mi Ahijado
Diómedes Díaz y Juancho Ríos, Álbum: Mi Vida Musical, 1991
Twitter: @gmomtz
Textos anteriores: http://columnamusicopoetayloco.blogspot.mx/
2017-57
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