miércoles, 25 de noviembre de 2015

Acción de Gracias


Acción de Gracias


Nuestros vecinos del norte festejan esta semana el famosísimo “Thanksgiving”, aunque para algunas damas wanabinescas resulta ser más famoso el “Black Friday”. En estos días llenos de eventos fríos, tristes y secos, donde la humanidad se cuestiona a si misma que hace falta para entender que somos una sola especie, me voy a permitir tomar prestada por hoy esta bonita costumbre de dedicar un día del año a dar gracias: Hay muchos días marcados de negro en el calendario. Propongámonos marcar de colores vivos todos esos días que nos trajeron lo que mañana será un buen recuerdo. Vamos pues.

Gracias por mi familia: la nuclear, la cercana, la lejana, la que adopté, la que me adoptó y los colados. Gracias por que es una familia donde abunda la salud (y el ¡Salud!), excepto, claro, por abundantes y explícitas deficiencias en la mesura y en la cordura, especialmente cuando se trata de festejar y compartir. Gracias porque, cuando no abunda la salud, abunda la oración, los abrazos y la palabra.

Gracias por mis amigos: los de hoy, los de ayer, los de siempre, los de aquí, los de allá. Gracias por los que tengo la oportunidad de abrazar de vez en cuando. Gracias por los no puedo abrazar pero me regalan un like en Facebook o una carita en Whatsapp de vez en cuando y aceptan con afecto los que yo les regalo. Gracias por los amigos que me promovieron a familia, y gracias por los que aceptaron la promoción que les ofrecí.

Gracias por todas las personas que se cruzaron (que pusiste, claro) en mi camino. Por las que me ayudaron y las que aceptaron mi mano, por las que me dieron el paso y las que me pusieron el pie, por las que me escucharon y las que me ofrecieron su consejo, por las que me enseñaron algo y por las que se llevaron algo bueno de mí de este encuentro. Seguro se cruzaron otras muchas y no nos supimos ver o escuchar: Gracias entonces porque nos queda mucho por hacer. Gracias porque todos ellos forman parte de mi historia, y yo de la de ellos.

Gracias por estos veinte años de caminar y vivir con la mujer de mis sueños. Gracias porque no es solo un sueño, sino una fantástica realidad, en la que hoy es la mujer de mi vida y la madre mis hijos. Gracias por mi princesa y su efervescencia multicolor, gracias por el guerrero de corazón noble y por el rebelde que ya tiene el carácter y solo le falta la causa. Gracias por brindarme el honor de portar con orgullo el título de padre y esposo.

Gracias Padre. ¡Salud!


La nota musical.

A mi gusta el color esperanza para llenar mi calendario. La humanidad sólo puede ser llamada así mientras mantenga viva la ingenuidad y la esperanza. Y no hablo solo de los niños: Ambas cualidades debe permanecer brillando en cada uno de nosotros.


Sé que las ventanas se pueden abrir,
cambiar el aire depende de ti,
te ayudará, vale la pena una vez más.

Saber que se puede
querer que se pueda
quitarse los miedos
sacarlos afuera
pintarse la cara
color esperanza
tentar al futuro
con el corazón.
 

"Color Esperanza", Diego Torres, Álbum: MTV Unplugged, 2004



Twitter: @gmomtz

 

Textos anteriores: http://columnamusicopoetayloco.blogspot.mx/


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Publicado el 25/11/2015 en: www.antenasanluis.mx
 

http://antenasanluis.mx/accion-de-gracias-2/

 

 

 

miércoles, 11 de noviembre de 2015

El papá del jugador


El papá del jugador

Estoy seguro que cuando el Creador se puso a repartir talentos a la humanidad, lo hizo con tal sabiduría que se aseguró de que todos tuvieran al menos uno y nadie tuviera todos. Con esa misma chispa divina (que a veces tiene un tono de humor negro), decidió una jugada maestra: a todos sin excepción nos regaló el libre albedrío. Usándolo sabiamente basta un talento divino para multiplicarlo a lo largo de la vida. Ignorándolo, ni una multitud de talentos no aprovechados te salva de terminar como diputado plurinominal dormido en sesión extraordinaria, es decir, como bueno para nada. Pues así las cosas, estoy seguro que a mí me tocaron dos o tres talentos. Dice mi mamá que son más, pero creo que los extravié en el kínder. Luego abundaremos en eso. El talento que definitivamente no me tocó, y de ello sobran evidencias, es la habilidad en los pies. Miren: no puedo marchar dignamente, bailar para mí es un esfuerzo sobrehumano y un evento cómico para los que me ven, y si llegamos a los deportes, el futbol es para mí como el trinomio cuadrado perfecto para un estudiante de gastronomía o derecho. Cuando de niño jugaba futbol siempre me escogían al último, aún después de escoger a las niñas y al perro. Permítanme ponerlo de este modo: En casa, el futbol es como el Espíritu Santo: sabemos que existe pero nadie lo ve. ¿De dónde entonces me resulta que el más pequeño de mis hijos ahora entrena varias veces por semana y juega en una liga infantil? ¿Qué consejos le voy a dar en los torneos y en sus juegos de los sábados? ¿Con qué sabiduría futbolística voy a poder iluminarlo para que se supere a si mismo y entrene con más ahínco cada día? ¿Con qué autoridad puedo aconsejarlo si ya desde ahora empieza a hacer movimientos que yo nunca pude ni podré hacer? ¿Cómo voy a lograr potenciar sus pequeños talentos pamboleros para que se desarrollen de manera adecuada? ¿Cómo voy a poder guiarlo para que se convierta en un jugador que se exija como profesional? ¿Cómo voy a lograr que mis compadres (sus padrinos) no lo contaminen con sus pasionales aficiones a equipos, equipillos y equipejos,  y más bien se limiten a apoyarlo y a aconsejarlo?

Es demasiada presión para mí. No voy a poder con ella. Me voy a resignar a ser un papá que permita que su hijo practique para estar sano, juegue para divertirse y disfrute haciendo equipo mientras es feliz en la cancha con sus amigos. ¡Salud!

 

De verso en verso (In memoriam Julieta)


Ya no hay dolor,
ya no hay temor,
vivo en la luz,
estoy con Dios.

 

Twitter: @gmomtz

 

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