La Guerra de las Galaxias (II)
En
1999, después de 16 años del estreno del Episodio VI: “El Regreso del Jedi”, se
estrenó la primera cinta de la trilogía-precuela de Star Wars. Al igual que
sucedió en el pasado diciembre, las expectativas eran enormes y las dudas
abundaban en la mente de todos nosotros pobres espectadores: ¿Cómo surgió el
Imperio? ¿Cómo es que Darth Vader fue seducido por el lado oscuro de la fuerza?
¿Quién era la madre de Luke y Leia? ¿Por qué no hay más Jedis? ¿Cómo hacían los
Troppers para ir al baño? ¿Cómo le cambiaban el aceite a C3P0?
Antes
de seguir adelante, quiero aclarar que nunca he sido ni pretendo ser crítico o
columnista de cine: es un hecho que no cuento ni con la experiencia ni con la
preparación para serlo (aunque muchos de los que ostentan el título y escriben
al respecto tampoco cubren estos requisitos). Simplemente soy un fan de la
historia y los personajes, medianamente enterado y documentado en el asunto. Así
es que todo lo que aquí les platico es desde la perspectiva de un fan. Volviendo
al tema, hoy voy a comentarles sobre las cosas que más me gustaron y menos me
gustaron de la trilogía-precuela: Episodio I, II y III.
Lo que si me gustó:
1.
Ver a Jedis y a Siths en plenitud de facultades. La trilogía original solamente
nos permitió conocer a dos Jedis ancianos y uno de ellos nunca empuñó el sable.
Luke estuvo en entrenamiento toda la trilogía y solamente se convirtió en Jedi
al final del Episodio VI. Darth Vader, aún y siendo un villano emblemático,
dejaba mucho que desear en las escenas de acción. Ver duelos con representantes
de ambas bandos y de diferentes especies era justo lo que esperaba.
2.
Jango Fett en acción. La trilogía original convirtió a Boba Fett en un icono de
la saga, a pesar de que no sumó ni 20 minutos en escena entre las tres
películas. Siendo humano, era imposible mostrarlo en acción en la precuela,
pues bajo esa línea de tiempo sería solo un niño. Así pues llegó su “padre” Jango
Fett a llenar ese vacío. No sólo pudimos verlo en plena acción en lucha cuerpo
a cuerpo, sino además en persecución espacial dentro de su legendaria nave Slave
I. Jugada Maestra.
3.
Batallas. Excepto por la batalla en Naboo (donde participa Jar Jar Binks) que
podemos borrar de nuestras mentes y del Episodio I, la precuela nos regala una
colección de batallas espectaculares de todo tipo, por supuesto logradas
gracias al desarrollo de la tecnología.
4. Mace Windu, Qui-Gon Jinn y
Obi-Wan Kenobi. Se nota que no escatimaron en la nómina. Y
por supuesto, con actores de este calibre, cualquier guión se vuelve memorable.
Si hay que pensar en más personajes Jedis para la nueva trilogía, por favor
avísen a los productores y directores de Disney que no inventen cosas. La
fórmula ya está hecha: Contraten buenos actores y díganles que interpreten un
tercio de caballeros, un tercio de superhéroes y un tercio de sabios.
Lo que no me gustó:
1.
Jar Jar Binks. Un personaje pensado para causar risa y que terminó causando
lástima. Espero que nunca, nunca, nunca, NUNCA exista un “creativo” que tenga
la mala idea de revivirlo. Rara combinación de Goofy (Tribilín para los de mi
generación), Kermit (la Rana René) y El Chavo del Ocho.
2.
Un R2D2 demasiado renovado. Si tenía todos esos accesorios tan chidos,
chéveres, prácticos, ¿por qué nunca los utilizó en la trilogía original? Ahora
resulta que podía volar, arrojar aceite, avanzar a más de 5 km por hora,
proyectar en HD y enfrentarse a todo tipo de enemigos humanos, alienígenas y robóticos.
El R2D2 que conocimos nunca pasó de echar silbiditos, caminar de un lado a otro
con una charola en la cabeza, lanzar un sable láser al aire, coquetear con la
computadora de la Estrella de la Muerte y tener incorporado un proyector de
acetatos y otro de cuerpos opacos. ¿En qué momento involucionó? La continuidad
perdió la batalla contra los encargados de efectos especiales.
3.
Padme y su doble personalidad. Por un lado, la Reina y más tarde Senadora Amidala
se muestra como un personaje inteligente, audaz, independiente, capaz de encabezar
un asalto al Palacio Real de Naboo y de vencer por sí sola a una bestia en
Geonosis, y con la sagacidad para participar al más alto nivel de la política
de la galaxia. Por otro lado, de pronto se vuelve excesivamente femenina,
rayando en debilidad y dependencia de ser protegida, además de dejarse llevar
por las emociones del momento enamorándose de una persona claramente inestable
e inmadura (¡Zas! Hubiera estudiado Psicología). Es un personaje con luces y
sombras para el espectador, lejos de presentar competencia a su hija, la muy
querida Princesa Leia. Es, por todo ello, un personaje complejo, y no solo por
ser mujer (reclamos en inbox en 3, 2, 1…).
4.
La madre de Leia y Luke. No es justo. Nos deben una explicación. Toda la
precuela guarda cierto sentido con la trilogía original, excepto por una escena
en el último tercio del Episodio VI. Ahí, en la Luna de Endor, Luke y Leia
descubren que son hermanos, y ante el cuestionamiento de Luke, Leia le confirma
que ella si recuerda a su madre, y que la recuerda como una persona triste.
Inconsistencia explicable, pero inconsistencia al fin.
Buen
día, buena semana, buena vida. ¡Salud!
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@gmomtz
Textos
anteriores: http://columnamusicopoetayloco.blogspot.mx/
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